A las 8 de la mañana nuestro coche ya estaba esperando en la puerta del hotel, así que desayunamos rápido nuestra buena taza de café o té, tortilla, zumo de mango y tostadas y salimos con camino al fuerte de Amber, localizado en lo alto de una de las montañas que rodean Jaipur.
Sorprende de Jaipur que, para ser una ciudad de su tamaño, el tráfico sea tan relativamente fluido y, sobre todo, la escasez de vacas deambulando por toda la ciudad.
Cuando llegamos a la base de la montaña, vimos por primera vez los elefantes sobre los que íbamos a subir hasta arriba. Son unos bichos apacibles y pequeñitos.
Nos subimos a ellos con ayuda de una escalera y comenzamos el ascenso.
En la subida, nuestro conductor de elefante nos contó que todos los elefantes que estaban subiendo y bajando eran hembras, porque los machos eran más agresivos. De hecho, una vez, cuando todavía tenían machos haciendo el trayecto, uno se enfadó y tiró a otro elefante, con sus cuatro japoneses encima, por el precipicio que se abría en esos momentos bajo nuestros pies. Para tranquilidad de todos, sorpresivamente los cuatro japoneses sólo sufrieron contusiones leves aunque, desgraciadamente, hubo que lamentar la pérdida del joven y torpe elefante.
Desde lo alto del fuerte las vistas son impresionantes. Rodeado de montañas amuralladas y otras pequeñas edificaciones de la época y con pequeños pueblos a sus pies que comienzan a formar la ciudad de Jaipur.
Paseamos por todo el fuerte salvo por un túnel de 2km de distancia que en su día se usó como vía de huída y que hoy esta abierto al público en su totalidad. Paseamos unos 100m y al comprender que todo el túnel era igual dimos media vuelta y continuamos nuestra visita por las letrinas de palacio.
Las letrinas son más grandes por sí solas que bastantes edificios públicos de España. Claro que con la cantidad de picante que le echan aquí a todo no se puede decir que sea raro que necesitasen hacer uso de las letrinas con asiduidad...
Pasamos en el fuerte entre 2 y 3 horas y emprendimos nuestro descenso, a pie, para encontrarnos otra vez con nuestro conductor y seguir el camino.
Compramos cacahuetes antes de entrar como medida de defensa contra potenciales ataques de monos furiosos y hambrientos. En la subida hubimos de encontrarnos y lidiar con todo tipo de animales además de monos; cabras, cerdos, cobras...
Nuestro fotógrafo particular, Peter Parker estabas realmente encantado por haber encontrado nuevas musas que posaran para su objetivo.
En el templo nos dijeron que nos sentásemos en el suelo y que meditásemos, así que eso hicimos, sentarse y pensar.
Mientras estábamos sumidos en nuestros pensamientos un niño vino y nos puso el punto en la frente que nos convertía por fin en indios de pleno derecho.
Descubrimos que la zona estaba atestada de leopardos y asustados por el peligro, alimentamos a los monos, nos hicimos fotos con ellos y volvimos a la seguridad del interior de nuestro coche.
Nos despedimos de nuestro chofer, cayó el Monzón y comimos en las inmediaciones del cine en el que esa misma tarde disfrutaríamos de una sesión de cine de Bollywood.
Terminamos de comer, con mucha calma y cuando quisimos salir el Monzón seguía sobre Jaipur. Así que esperamos. Cuando medianamente pasó el mal tiempo sujeto 0 y Pupas decidieron que la mejor opción era dar un paseo por una ciudad inundada. Saltamos charcos, pisamos zonas fangosas, nos mojamos, esquivamos coches y para cuando quisimos darnos cuenta ya era hora de nuestra sesión de cine.
Oh que emoción teníamos todos por ver nuestra primera película india en hindi en la India "Chennai express"! Cuando estábamos en la taquilla para sacar los billetes que previamente Jorge había sacado por internet y tenía en el mail, una duda técnica sobre el funcionamiento de su iPhone le asoló e irremediablemente tuvo que probar y darle a un botón que tenía pintado una papelera. Nuestra reacción fue desesperada y Jorge estaba demacrado y con cara de susto y circunstancias. El correo había desaparecido del móvil y, con él, todas nuestras esperanzas de ver nuestra primera película india en hindi.
Con una mezcla de tristeza e incitados por la inminente vuelta del Monzón, nos volvimos al hotel donde nos dimos un rápido baño en la piscina y disfrutamos de nuestras últimas horas en Jaipur con nuestros amigos indios en la terraza del hotel.
A las 5 de la mañana amanecimos raudos para ir a la estación.
Nuestro tren a Agra salía en una hora y no todos los días se está ante una de las siete maravillas del mundo moderno.
Seguiremos informando.
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