Sigo de todos modos sin terminar de comprender cómo Luis y Pupas pueden dormir en estos trayectos. Vale que habían maldormido en el desierto, pero esos botes y esos baches...
Ya en Jaisalmer fuimos hasta nuestro hotel de la noche anterior caminando y hablando con la gente, en especial con dos niños peregrinos que se unieron a nuestro camino.
Volvimos al fuerte y descubrimos rincones que el día anterior no habíamos visto y desde los que se podía ver todo Jaisalmer perfectamente.
Decidimos entonces investigar las calles que se abrían por fuera de las murallas del fuerte.
Lo que ocurrió fue que cuando pusimos el pie en una de las primeras callejuelas... Zas! Pupas hizo un patinaje artístico sobre caca de vaca.
Seguimos caminando hasta que vimos un restaurante tibetano en un roof top que nos pareció un buen sitio para comer. Allí había un único hombre sirviendo y cocinando que parecía agobiado con las dos únicas mesas que tenía. Nos fue sacando la comida poco a poco pero la verdad que estaba bastante bien. Cuando terminó de cocinar decidió hablar con nosotros y debimos caerle bien porque nos invitó a su pueblo esa misma tarde con motivo de la fiesta que organizaba para celebrar el final del Ramadán. El plan era matar una cabra, comerla y beber cerveza con todos sus amigos. La oferta era tentadora pero hubimos de rechazarla, en tres horas si todo iba bien, estaríamos en un tren con rumbo a Jaipur.
Y así fue. Esperamos una vez más en la recepción del hotel a que nuestro tuktuk nos recogiese para llevarnos a la estación. En ese tiempo algunos amigos se acercaron hasta la puerta para despedirse de nosotros.
En la estación el tren no tenía tan mala pinta como lo que podíamos esperar después de nuestra experiencia en el bus.
En un determinado momento empezamos a oír ruidos como si estuviesen golpeando el tren, Luis salió y volvió a entrar demacrado y anonadado por la imagen que acababa de ver.
La suerte quiso que compartiésemos espacio con un matrimonio de indios bastante majos. Él, militar retirado y ella, suponemos, su mujer. Hablamos con ellos gran parte del viaje. Se interesaron por la situación en España y en Europa, se sorprendieron por la falta de aduanas y fronteras entre los países de la Unión Europea y nos preguntaron por nuestras vidas. A cambio, nos contaron cosas que no conocíamos de la India y él, como militar, nos explicó el conflicto que enfrenta a la India con Pakistán, país poco amigo del que, por cierto, nos separaban en ese momento escasos 100km de distancia.
Con Luis habló mucho de cazas y helicópteros y, mientras todo esto ocurría, preparamos sobre las 10 de la noche nuestros camastros, bastante aceptables, y nos preparamos para dormir unas cuantas horas.
Y así pasaron rápido las horas durmiendo hasta que llegamos a Jaipur y un hombre resultó estarnos esperando en la estación para traernos al hotel.
Seis de la mañana, check in y a dormir un poco para que el cuerpo aguante.
Jaipur, la ciudad más poblada y bulliciosa del Rajastán ya esta despierta, pero, como todo lo bueno, tendrá que esperar aún alguna hora para conocernos.
Seguiremos informando.
Por cierto, da gusto ver con fotos como esta lo fieles que son nuestros fans que nos siguen día a día en el blog. Oh qué felicidad!
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